jueves, 19 de julio de 2007

Hombres-máquina o Después de ver "La vida de los otros"

En Alemania, hace un par de años, se empezaron a poner de moda las camisetas de la RDA. Las había en todos los diseños y colores, con el emblema de la RDA y con las siglas DDR por "Deutsche Demokratische Republik" debajo.

Yo estuve en Alemania hace un par de años, y compré una de esas camisetas en una tienda para turistas del Paseo Bajo los Olmos de Berlín. Era verano, en vísperas de las elecciones que iban a sentar a "Angie" Merkel en la Cancillería. Por aquel momento, se notaba en el ambiente una especie no de nostalgia por la desaparecida Alemania comunista, sino un "mirar con otros ojos" aquella época. Había sido sintomático que, un par de meses antes, en el sur de Francia, hubiera conocido a una chica alemana que llevaba la hoz y el martillo en su camiseta y que jaleaba la mía porque llevaba las siglas CCCP.

Todos conocemos los actos indignos que se cometían en nombre del socialismo, y los alemanes más todavía. Recordemos que la antigua Stasi (la Staatssicherheit o Seguridad del Estado a que se alude en la película) tenía fichadas a, si no me falla la memoria, casi el doble de personas de las que vivían en la RDA. Sin embargo, nos ponemos camisetas de la DDR. E incluso a los alemanes les parece de lo más normal. (no digo que no lo sea)

Da la impresión de que, ahora que ya no vivimos en un mundo diseñado por el final de la Segunda Guerra Mundial, el fascismo y el comunismo (aliado circunstancial de la democracia gracias a la invasión nazi de la URSS) ya no parecen tan "malos". Incluso en la misma Alemania, hay una especie de "Partido Nazi-revival" que tiene asientos en la Asamblea del Land de Sajonia (ex-comunista, por cierto). A mí, todo esto, la verdad, no me gusta nada.

¿A que viene esta especie de síndrome de Estocolmo ideológico? Yo creo que a la inseguridad. Aceptémoslo, el mundo está hecho un batiburrillo. Estamos cambiando de época y en época de cambio, han desaparecido las viejas referencias y las nuevas aún están en construcción, aún no sabemos muy bien qué hacer con la postmodernidad, los antagonismos (punto de capital importancia) se empiezan a definir pero no se estabilizan...En resumen: bienvenidos, señoras y señores, a la era de la inseguridad. Ejemplo: la permanente y difusa amenaza que supone el terrorismo fundamentalista. Hey, esto es nuevo!

Parece que, ante tanta falta de referencias, o tienes brújula (tus propias referencias) o estás jodido, porque te has quedado sin mapa. Como tener brújula no es fácil, es normal que haya mucha gente jodida, insegura. Y ante esto, las ideologías totalitarias ofrecen una fachada de monolítica seguridad racionalista.

Pero, un momento, esto no lo dice en las instrucciones: aparte de todas las críticas morales e ideológicas que se les pueden hacer (a mí, desde este plano, los totalitarismos me parecen una insensatez gilipollesca y peligrosa), los totalitarismos tienen un fallo de concepto básico: se basan en un absoluto. "Mussolini siempre tiene razón", se leía en carteles propagandísticos de la Italia fascista (nótese la estructura: absoluto más simplificación radical, qué gran maridaje). O también: "el Partido no puede equivocarse". Un pueblo, un Imperio, un Führer [guía]. Pretenden controlar todo, que nadie disienta, que la producción sea perfecta, que los que gobiernan nunca cometen errores...son una especie de ideología para inhumanos, producen deshumanización. Porque no aceptan la radical parcialidad, incompletud, imperfección, insignifocancia del ser humano. Es una ideología, como decía Charles Chaplin en "El Gran Dictador", para hombres-máquina.

Los que pretendemos ser humanos deberíamos, pues, apartarnos de ella.