Todos sabemos que Ubuntu es una distribución de Linux. Sin embargo, la palabra ubuntu, en un sentido etimológico, significa también algo más. Algo sin duda más humano, más profundo y más bello.
Ubuntu, en las lenguas de los Zulúes y de los Xhosa, hace referencia a una idea que hunde sus raíces en la filosofía tradicional de los pueblos bantúes de Sudáfrica, y que consiste en la creencia en un nexo fundamental entre los seres humanos, en que la existencia del individuo ni es ni puede ser independiente de la de su prójimo. Se suele traducir al español con circunloquios como "humanidad hacia otros", "una persona es persona en razón de las otras personas" o "yo soy porque nosotros somos".
Desmond Tutu, arzobispo de la Iglesia Anglicana de África Meridional que dedica su vida a trabajar por la justicia social y la reconciliación en la Sudáfrica de después del apartheid, lo define así: "una persona con ubuntu es abierta y está disponible para los demás, respalda a los demás, no se siente amenazado cuando otros son capaces y son buenos en algo, porque está seguro de sí mismo ya que sabe que pertenece a una gran totalidad, que se decrece cuando otras personas son humilladas o menospreciadas, cuando otros son torturados u oprimidos."
La Sociología y la Psicología nos enseñan que el ser humano es un ser social: no nos convertimos en humanos si no es en el seno de una sociedad, si no es a través de la socialización. Según Freud, la estructura del psiquismo sólo se forma por y para la socialización. Por eso los niños perdidos, que no han tenido contacto con otras personas desde pequeños, presentan muy pocos o ningún rasgo humano en su conducta.
Algunas de las aportaciones conceptuales a la Teoría Económica más audaces adel pasado siglo, como el Dilema del prisionero o la Paradoja de Hotelling, apuntan a la importancia capital de la concertación de intereses en el funcionamiento de las relaciones económicas y, de hecho, de todas las relaciones humanas: ambas muestran que, si varios agentes actúan siguiendo únicamente su propio interés e ignorando el interés común, el resultado es el peor de los escenarios posibles. De este modo, cuando nos comportamos como si nuestro beneficio pasase por el perjuicio de los demás, estamos en realidad perjudicándonos a nosotros también.
Muchos autores de Filosofía del Derecho confirman algo que tiene su demostración más evidente en la Teoría General de los Derechos Fundamentales: que la libertad sólo puede existir como tal dentro de unos límites, más allá de los cuales está la jungla. Si no hubiese normas y todos fuésemos absolutamente libres, ninguno lo sería en realidad, porque viviríamos en un caos donde estaríamos expuestos a que cualquiera nos matase. Así no podría haber sociedad, ni podría haber ser humano. Para evitar esto, para que pueda haber sociedad y ser humano, es preciso que cada cual limite su libertad para respetar la de los demás, renunciando a ser libre para hacer algunas cosas como, por ejemplo, matar. Éste es el razonamiento que sigue Rousseau en El contrato social. Así, yo no puedo ser libre si no dejo que los demás lo sean. Yo no soy libre si los demás no lo son.
Recientes documentos aparecidos en el ámbito de las Relaciones Internacionales, como Una Europa más segura en un mundo mejor, redactado por Javier Solana, o Un concepto más amplio de libertad: seguridad, desarrollo y Derechos Humanos para todos, presentado por Kofi Annan, ponen de relieve un hecho que ha venido siendo declarado diariamente por los mejores analistas estratégicos desde el final de la Guerra Fría: que en un mundo globalizado como el nuestro, las amenazas y los retos son globales, lo que requiere respuestas globales (como el Derecho Internacional). Respuestas que ningún país puede ofrecer por sí solo: todos somos víctimas del terrorismo, el cambio climático o las desigualdades, y o nos unimos para combatirlos o no venceremos.
Podríamos seguir poniendo ejemplos eternamente, pues el estudio del ser humano nos brinda constantemente demostraciones como éstas de la genialidad de la mirada de aquellos pueblos del Sur de África, que supieron ver que la propia naturaleza del hombre nos une a todos en un vínculo tan real y tan tangible como la tierra sobre la que caminamos. Porque, como decía Ortega y Gasset, "yo soy yo yo y mis circunstancias, y si no salvo a mis circunstancias no me salvo yo". Navegamos en el mismo barco. Yo soy porque nosotros somos. Ubuntu.
En Wikipedia se puede encontrar más información sobre el concepto de Ubuntu y sobre el Dilema del prisionero. Hay colgada en la web del Consejo de Europa una copia del llamado "Documento Solana", y en la de la ONU se puede ver un resumen del documento "Un concepto más amplio de libertad...".
miércoles, 26 de marzo de 2008
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1 comentario:
Esto nuevo que has escrito es muy iluminador. Muy bueno, ¡me encanta! En este momento de mi vida, a esta hora del día, me sugiere algunas cosas:
-primero, que según tu texto, el mínimo para que haya libertad, son dos personas; es una idea que me resulta atractiva; me pregunto cuántas cosas más tan importantes serán así.
-también me ha sugerido la idea de que la libertad se ramifica en dos: libertad presente y libertad futura. Uno puede seguir un impulso de matar a alguien y se terminó historia; pero si se contiene, se abre un abanico de alternativas más amplio que el primero, sobre el cual elegir. Es como si el tiempo se tradujese en posibilidades...cuanto más tiempo sin ejecutar una decisión, más libertad...un poco raro, pero es una idea.
-Otra cosa: el poder también se traduce en posibilidades y éstas también en libertad. Entonces, cuanto más poder, más esfuerzo de contención de impulsos, más libertad...
-Pero no parece muy lógico que a más poder, más libertad...no me mola. Aunque me temo que lo veo así...salvo que consienta en que también la aceptación se traduzca en libertad, una forma humilde de ésta, pero libertad, al fin y al cabo. Eso de humilde se puede sustituir en cuanto que se me ocurra una palabra mejor...jeje.
Ha sido una nota un poco larga...ejem, lo siento. A ver qué te parece... ya me dirás.
Un saludo.
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